AVANZAN CON ÉXITO LOS TRABAJOS DE RECOPILACIÓN DE LA TOPONIMIA DEL SITIO PATRIMONIO MUNDIAL PIRINEOS MONTE PERDIDO

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, como socio del proyecto INTERREGPOCTEFA
Pirineos Monte Perdido Patrimonio Mundial 2 PMPPM y con financiación de este
programa europeo, impulsa una investigación centrada en la recopilación del Patrimonio
Inmaterial asociado al Sitio Patrimonio Mundial Pirineos Monte Perdido, en su parte española,
y especialmente, a profundizar en el conocimiento de su toponimia popular y tradicional. Tras
una primera fase de entrevistas etnográficas, en los últimos meses se ha trabajado de un
modo más intenso en una segunda fase centrada en la recopilación de la toponimia del Sitio
mediante la realización de 20 entrevistas a informantes.

Huesca, 7 de marzo de 2020-
El Patrimonio Cultural es un concepto muy amplio y que abarca un gran número de aspectos. Entre
ellos, uno de los más importantes es la Toponimia, encuadrada dentro del llamado Patrimonio
Inmaterial. La toponimia está formada por todos aquellos nombres que identifican accidentes
geográficos de carácter natural (picos, valles, lagos, cascadas, cuevas, etc.) y también los que se
refieren a elementos del paisaje ligados a la actividad humana (senderos, puentes, molinos, mallatas,
ermitas, etc.). Considerando que gran parte del patrimonio inmaterial corre grave peligro de
desaparición, dada la acelerada despoblación del territorio, el envejecimiento de la población, el
abandono de usos y tradicionales o la globalización, la toponimia es uno de los conocimientos
tradicionales que están desapareciendo a mayor velocidad.
Conscientes de esta realidad, y dada la urgencia por rescatar el mayor número posible de topónimos,
se está desarrollando el trabajo de recogida de este patrimonio tan desconocido, y muchas veces
ignorado, que ha pasado de generación en generación.
Para ello, ha sido necesario diseñar un proceso específico de trabajo y dotarse de diferentes materiales
gráficos y cartográficos. El estudio de la toponimia no solo consiste en crear un listado de nombres,
sino que resulta esencial ubicar cada uno de ellos en el mapa y de la forma más precisa posible a través
de sus respectivas coordenadas geográficas.

Momento de una entrevista realizada a una de las personas informantes.

 

El estudio de la toponimia del Sitio Patrimonio Mundial
El inicio del trabajo se ha centrado en la recopilación de diverso material cartográfico, revisión de
estudios previos y la creación de un archivo fotográfico. Dada la complejidad orográfica del territorio,
con infinidad de paredes verticales, fajas colgadas, pozas en la profundidad de los cañones, cuevas de
difícil acceso, etc., resulta inviable acceder a estos lugares y mucho menos en compañía de quienes
mejor conocen el terreno y sus nombres. Por ello, y con el fin de dar solución a estas limitaciones, ha
sido necesario llevar al domicilio de los informantes todo el material fotográfico y cartográfico, utilizando
para ello un ordenador.
Antes de comenzar la fase de entrevistas, ha sido indispensable la ayuda y colaboración de muchas
personas que han aportado los contactos de quienes conocen esta materia. En la mayor parte de los
casos se trata de personas mayores que pasaron su infancia y juventud viviendo en su pueblo de
origen, trabajaban de pastores, realizaban labores agrícolas, cazaban y pescaban, o sacaban madera
del bosque. También se ha entrevistado a personas más jóvenes que, con gran interés y cariño, han
hecho lo posible por salvaguardar el conocimiento de sus mayores.
Entre diciembre del pasado año y marzo de 2020 se ha realizado un total de 20 entrevistas en diferentes
localidades, estando situadas la mayoría de ellas en el entorno del Sitio Patrimonio Mundial. Son
Javierre, Tella, Escalona, Puyarruego, Bestué, Sercué, Fanlo y Torla pero también Aínsa, Barbastro y
Monzón.
Todos estos trabajos vinculados con la toponimia han sido realizados por el geógrafo Nacho Pardinilla,
que forma parte del equipo técnico formado por Atelier de Ideas S.Coop, entidad encargada del
desarrollo del proyecto. Se ha contado, asimismo, con el apoyo y seguimiento técnico de Elena
Villagrasa, Directora del Parque Nacional, así como de Mercedes Souto, integrante del personal técnico
de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón.

 

Más allá de los nombres
Gracias a la realización de las entrevistas realizadas hasta el momento, se ha podido recopilar un total
de 1300 topónimos, muchos de ellos no registrados en la cartografía ya publicada o en otros estudios
previos.
En cada entrevista se ha tratado de recoger el mayor número posible de topónimos (cuando se trata
de áreas o accidentes geográficos de mayor extensión) y también de microtopónimos (cuando se
refieren a lugares muy concretos y de escasa dimensión). Siempre se ha tratado de rescatar la versión
más tradicional o genuina, es decir, aquella que era utilizada de forma habitual por los habitantes del
territorio hasta la década de los 50 ó 60, cuando se dio el mayor éxodo de población a las ciudades.
También se han registrado las posibles variantes para referirse a un mismo lugar pues hay que tener
en cuenta que existe una diversidad lingüística en el territorio y que varía en función de los pueblos y
valles. Un ejemplo lo encontramos con el conjunto de cumbres de Monte Perdido, ya que recibe
diferentes denominaciones: Tres Sorores, Treserols o Treseroles, siendo todas ellas correctas.
Además de anotar los nombres de los lugares, es fundamental ubicarlos de forma precisa, tanto en las
fotografías como en los mapas. Al tratarse de una orografía tan compleja, no es posible visualizar todos
los puntos en las áreas más escarpadas, de manera que para solventar este problema ha sido
necesario recurrir a las fotografías tomadas sobre el terreno y desde diferentes puntos. Una vez que se
han identificado los puntos y áreas, con sus respectivos nombres, se ha procedido a su geolocalización
y su incorporación en un Sistema de Información Geográfica (S.I.G.). De este modo, se ha obtenido
una base de datos espacial que contiene toda la información ligada a cada punto.

 

Recordar los viejos tiempos
Aparte del propio interés que tiene esta recopilación de toponimia, hay que destacar la excelente
respuesta de todas las personas que, de un modo u otro, están colaborando en el estudio. Todas ellas
consideran que este trabajo es muy importante, necesario y urgente, pues son conscientes de la gran
cantidad de información que ya se ha perdido y de la que puede desaparecer en los próximos años.
Además, las entrevistas realizadas a las personas informantes poseen otro valor añadido, invisible y
que no se puede plasmar en fichas o mapas. Se trata de la alegría y satisfacción que han sentido al
tener la oportunidad de compartir sus conocimientos y saberes, revivir sus recuerdos del pasado y
comprobar que sus vidas de trabajo y esfuerzo reciben un digno reconocimiento. A ello hay que sumar
la emoción que han sentido al recordar momentos, vivencias y lugares de su infancia y juventud, que
pasaron en sus pueblos de origen, en los puertos ganaderos durante el verano, en aquellas jornadas
de caza y pesca… Por un momento han olvidado el presente para regresar a un pasado que marcó sus
vidas para siempre.

 

Ejemplo de información obtenida en el trabajo. Se indican diferentes topónimos en el monte Sestrales y los puntos de referencia que utilizaban en Vió para conocer la hora solar.

 

Una historia tras cada nombre
A pesar del gran número de nombres registrados, hay que tener en cuenta que gran parte de los
topónimos utilizados hasta los años 40 del pasado siglo se han perdido para siempre, ya que nadie los
registró y quienes los conocían han fallecido.
Mientras que en la actualidad nos referimos a los lugares mediante coordenadas X e Y, registrados con
un GPS, un teléfono móvil o un programa informático, décadas atrás, los habitantes de estas montañas
utilizaban su propio “sistema de geolocalización” basado en la utilización de topónimos. Mientras unos
se refieren a áreas muy amplias, como el Puerto de Góriz o la Montaña de Sesa, otros identifican
lugares muy precisos, como por ejemplo Japaniacha, Espluga Furno o Mallo d’as Pedreñas.
A través de este trabajo, quien lo desee tendrá acceso a la ubicación precisa de muchos lugares con
nombres tan sonoros como Gorgueta Vallicarca, Puente Caixicarellas, Espluqueta Tandetardes, As
Palizas, Cullumiana, Collata lo Lobo o Canal de Cricratacrac.
Hay lugares que fueron testigo de hechos poco conocidos, como lo que sucedió en O Grau as Novias,
un barranco profundo y muy pendiente del Cañón de Añisclo. Ocurrió que un músico de Buerba con su
acordeón tomó la ruta más corta, pero también la más difícil y peligrosa, para ir a las fiestas de Escuaín
donde debía tocar. De camino, el pobre hombre se perdió, se le echó la noche encima y los vecinos de
Escuaín tuvieron que salir con teas encendidas para orientarle y socorrerle.
El día de San Antón, los niños de Revilla acudían hasta la explanada denominada Laturio, junto a la
Peña d’a Faixa. Una vez allí saludaban con los trucos y cencerros a los niños del pueblo de Escuaín,
que hacían lo mismo desde la Punta o Castiello.
También se han recogido varios ejemplos de reloj solar, es decir, puntos rocosos de la montaña que
eran observados durante el día para conocer la hora, en función de cómo el Sol los iba iluminando:
Peña Mediodía para los de Escuaín y Revilla, el Garró del Diablo para los de Vió y Buerba, o la Faixeta
Mediodía y la Peña o Reloj para los de Bestué.


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